Psicología Martes 02 de Julio

La difícil tarea de decidir por nuestros padres

Psic. Juan José Montemagno - Psic. Guillermo Alberto Adad

El conflicto que se presenta en los hijos cuando el adulto mayor no puede valerse por sí mismo

El cuidado de los adultos mayores por parte de los hijos nos enfrenta a un desafío desde lo emocional y desde lo relacional, al invertirse los roles donde es el hijo quien cuida a los padres, siendo éstos quienes lo cuidaron en otra etapas de su vida. Este cambio de roles genera un conflicto de sentimientos como por ejemplo, impotencia, angustia, culpa, desasosiego y es un gran factor estresante. Si bien los hijos desean ayudar a sus padres no siempre les resulta sencillo atenderlos. Esto conlleva a una readaptación de sus vidas, además de las cuestiones prácticas, deben lidiar con el dolor que les provoca ver a sus padres tan vulnerables. 

Una de las dificultades nodales es poder superar la negación, como mecanismo de defensa, que nos produce percibir la degradación física y psíquica de nuestro padres y poder darnos cuenta cuál es el momento indicado en el que el adulto mayor pierde su autonomía y tiene que dejar su casa o la de sus hijos para pasar a una internación y recibir una mejor atención.

Al darnos cuenta que nuestros padres no poseen todas las capacidades que supieron tener, han perdido la confianza en sí mismos, han dejado de tener independencia y capacidad de realizar un conjunto de actividades de la vida cotidiana que resultan imprescindibles para la supervivencia (bañarse, vestirse, levantarse de la cama, usar el baño, alimentarse, trasladarse, utilizar electrodomésticos, manejar dinero, usar teléfonos celulares, hacer compras o preparar comidas); es que nos preguntamos: ¿Cuál será la mejor manera en la que puedan vivir sus últimos años de vida? 

La Lic. TOPPELBERG, E. psicóloga especializada en Tercera Edad, sugiere en su libro “Mi madre envejece... ¿qué hago?” la evaluación de las siguientes cuestiones antes de decidir la internación:

• ¿Hay lugar en mi casa para que el anciano pueda vivir sin alterar el orden familiar?

• ¿Hay posibilidad de que viva en su casa acompañado por un cuidador?

• ¿Existe la alternativa de que comparta la vivienda con algún familiar que esté en circunstancias similares o con un amigo?

• ¿Quién pagará los gastos del hospital geriátrico?

En estas situaciones, los hijos experimentan ciertos pensamientos contradictorios, como por ejemplo: cómo le puedo hacer esto a mi papá que me cuidó toda la vida y ahora yo tendría que cuidarlo para devolverle lo que él hizo por mí”,a veces los hijos se autoimponen sostener la familia a cualquier costo, y en ciertas situaciones este mismo hijo, fastidiado. puede enojarse con el adulto mayor y al instante sentirse culpable por haberse enfadado con la persona que siente que le debe respeto. Este circuito es un mecanismo en el que la culpa dicta lo que es supuestamente correcto hacer, es un sistema que se retroalimenta, complejo de desarmar.

Un quiebre en el vínculo

El cuidado de los padres por sus hijos genera agotamiento, deterioro de la salud psicofísica, alteraciones importantes en el ámbito familiar y en muchas ocasiones puede derivar en un maltrato hacia el adulto mayor que nos cuidó y que en la actualidad perdió su autovalidez. Esta transformación en una relación de dependencia genera un “quiebre” en el vínculo, el padre se da cuenta que pierde su independencia y autonomía y los hijos sienten que ya no tienen la protección paterna.

Por lo que debemos asumir que nuestros padres no tienen las capacidades que tenían antes y que requieren de nuestros cuidados, y muchas veces los hijos no pueden sostener a un padre que pasa por un momento de dificultad y tiene que recurrir a un geriátrico. Es una situación conflictiva porque no es deseada en la mayoría de los casos. Sin embargo, el ingreso del adulto mayor a una institución posibilita que el hijo “recupero el rol de hijo” y así mejorar su relación.

En relación a las instituciones geriátricas no debemos prejuzgar el accionar de estas instituciones, teniendo en cuenta que las mismas deben poseer un equipo de profesionales para el cuidado y control de los adultos mayores. No obstante, la supervisión familiar y el interés sobre cómo transcurre sus días el adulto mayor dentro de la institución es muy importantes. 

Por último, creemos que es necesario derribar los mandatos familiares y culturales que en la actualidad se hacen imposibles de sostener, ya que la dinámica familiar no es la misma de hace años atrás, en donde se sostenía que los adultos mayores eran contenidos dentro del clan familiar hasta su muerte. Hoy en día, el núcleo y la dinámica familiar a cambiado por las exigencia de la postmodernidad. Un ejemplo es que ya no se encuentra en los hogares la figura de la madre como “ama de casa” que tenía la función, entre otras, de contener y cuidar a todos los miembros de la familia. Entender estos cambios culturales nos va a posibilitar comprender que esta problemática excede nuestra voluntad. Este nuevo paradigma cultural nos provoca conflictos emocionales que no son de fácil resolución. 

 

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