Cuando cada dólar hace la diferencia
Asociación de Profesionales en Marketing
Gracias al Crowfunding, artistas y empresarios apelan a la ayuda de personas de todo el mundo a través del micromecenazgo
Kickstarter nació, en parte, de la frustración tan conocida por aquellos que alguna vez tuvieron una idea genial, pero que no la pudieron concretar por cuestiones de bolsillo. Perry Chen era un artista de Nueva Orleans con un sueño: quería realizar un mega recital con los principales DJs del mundo, y necesitaba de 15 mil dólares para hacerlo realidad. El recital nunca se hizo, pero todos los obstáculos que se le presentaron generaron una idea que le comenzó a hacer ruido en la cabeza. Le parecía inaudito que, en la era de Internet, no se pudieran pre vender entradas y gestionar proyectos como el propio. La vida lo puso en el camino de otro emprendedor, y junto con Yancey Stickler fundaron en 2009 la empresa que marcó un cambio, y cuyas consecuencias se están empezando a medir hoy.
Kickstarter es, a grandes rasgos, una plataforma de micro mecenazgo, un término relativamente nuevo que –sobre todo en el ámbito de la innovación- se impone como una opción a los medios de financiación tradicionales. En pocas palabras, permite recaudar dinero para nuevos proyectos mediante contribuciones masivas de pequeños inversores. A través de videos, se “convence” a la comunidad de kickstarteros de donar dinero con un fin determinado. A cambio, los contribuyentes no reciben porciones de la empresa sino la posibilidad, en algunos casos, de recibir el producto que el emprendedor quiere fabricar, o bien simplemente la satisfacción de participar activamente, y con su granito de arena, en el nacimiento de una idea llevada a la realidad.
Aquellos dispuestos a apelar a la bondad global y mostrar sus proyectos al mundo deben estar al tanto de las reglas del juego.
1) Primero es necesario fijar una meta: determinada cantidad de dinero en determinado tiempo. En caso de que ésta no se alcance, el proyecto queda trunco y el dinero es devuelto a todos aquellos que donaron.
Si la meta monetaria es alcanzada -o superada, como muchas veces sucede- el financiado debe mantener a sus patrocinadores informados de los avances del proyecto a través de updates, lo que abre una etapa de feedback, brinda la oportunidad de corregir el proyecto e incluso funciona como una especie de focus group en vivo.
2) Otro punto es cumplir con lo prometido a riesgo de que, de no hacerlo, nunca nadie en la comunidad vuelva a poner un dólar por otra idea del mismo innovador. Pero si se logra despertar la pasión de las multitudes, el impacto puede cambiar muchas vidas: su conexión con las redes sociales funciona como motor para que los patrocinadores se conviertan en promotores del proyecto que los enamoró.
Es una campaña publicitaria que, literalmente, no tiene precio. Miles y miles de entusiastas comienzan a compartir los updates del proyecto, publican fotos de los productos que recibieron y suman adeptos al proyecto que ellos tuvieron el buen ojo de detectar y financiar.
Los emprendedores que postulan sus proyectos logran llegar a una audiencia mundial. Para citar casos concretos, Elan Lee, un joven de Los Angeles se sumó a Kickstarter proponiendo la creación de un juego de cartas sobre gatitos y explosiones. Si sus potenciales clientes hubieran sido aquellos de su ciudad solamente, el proyecto probablemente no hubiese visto nunca la luz. Con un público mundial, recaudó 8.782.571 dólares.
Perfiles diferentes, donde el entretenimiento también forma parte
Las cifras de Kickstarter son prueba de que algo está cambiando. Al día de hoy, la plataforma reunió 2.334.577.363 dólares, destinados a 104.372 proyectos concretados, con un total de casi 11 millones de patrocinadores. Estas cifras pueden verificarse en vivo desde la web de la empresa. Los perfiles de los proyectos muestran la diversidad de emprendimientos que pueden verse beneficiados con este nuevo modelo de financiación. Existen películas crowfunding, que inauguraron un nuevo género en sí mismo.
La plataforma no sólo les abrió las puertas a directores antes desconocidos, sino que otros ya consagrados comenzaron a gestionar sus proyectos utilizando el micromecenazgo. Spike Lee, por ejemplo, realizó el film Da Sweet Blood of Jesus con un millón y medio de dólares de sus fans, lo que le permitió gozar de una libertad creativa que ningún estudio le podía garantizar. Los productores de Anomalisa, candidata a mejor película animada en los últimos premios de la Academia, también recurrieron al micromecenazgo, y los resultados saltan a la vista.
Jóvenes que necesitan dinero para aprovechar una beca, grandes directores, creadores de videojuegos, emprendedores, inventores y artistas de todo tipo están hoy utilizando el crowfunding para dedicarse a lo que aman. La pregunta lógica es ¿cómo impactará esto a los modelos existentes de financiación?
