Enseñanza de emprendedurismo. Una prioridad para la economía del conocimiento
Verónica Mussio
Los educadores deben fijarse como objetivo proporcionar a los alumnos habilidades para el éxito y el desarrollo su talento
“Dédalo advirtió a su hijo Ícaro que no volara muy alto porque, si se acercaba al Sol, la cera de sus alas se derretiría, y le advirtió también de no hacerlo demasiado bajo porque las alas se le mojarían y serían pesadas para volar”.
La cita es interesante para comenzar a hablar sobre la necesidad de enseñar emprendedurismo en las escuelas desde la primaria e incluso jardín de infantes, tratando de desarrollar talentos, creatividad entre otros. Lo que implica la cita es que, es tan peligroso volar muy alto (aspiraciones de dioses y riesgos) como volar demasiado bajo (conformismo y alienación). La nueva economía de la conexión necesita gente apasionada que vuele alto, que sea comprendida y no juzgada, y que no se detenga en las falsas zonas de confort del pasado.
La innovación y el emprendimiento son actualmente reconocidos como los ingredientes más importantes en una economía moderna. Los entrepeneurs juegan un rol central en el desarrollo económico de un país, pues sus actividades están ligadas a la creación de riqueza, la generación de empleo y el incremento de la innovación. Pero no todo aquello genera riqueza y empleo por igual.
Según los expertos una de las principales problemas a solucionar para crear una cultura emprendedora, es la ausencia de conceptos relacionados con las habilidades emprendedoras en los currículums oficiales de educación básica y media (IDB, 2006), elemento clave para formar y transmitir a la población más joven los valores y actitudes emprendedoras. Lograr que los niños desarrollen estas capacidades no va dirigido exclusivamente a que en el futuro sean ellos quienes desarrollen nuevos servicios o productos para aumentar sus propios ingresos, sino más bien a que desarrollen cierta actitud emprendedora y habilidades blandas que les permitan desempeñarse exitosamente en la sociedad.
Tener competencias de emprendimiento e innovación es desarrollar una actitud de vida que persigue anhelos de felicidad, ideales propios y el desarrollo personal y grupal en los ámbitos que a cada uno le interese. Y es fundamental considerar que un emprendedor no nace, sino que se hace; por lo tanto, todos tienen el potencial para aprender a emprender.
Ser creativo implica atreverse a pensar de manera diferencial. Ser innovador es dar un paso más, atreviéndose a llevar esas ideas a la práctica. Una vez que convencemos al niño de la importancia de aportar visiones y soluciones propias ante situaciones tradicionales que se nos presentan en la vida, es el momento ideal para hablarle de emprender, de la posibilidad de lanzarse a poner en marcha sus propios proyectos.
Es sorprendente comprobar con qué naturalidad los niños y niñas con apenas 10 años pueden imaginar ideas creativas y soluciones innovadoras alrededor de sus virtudes y hobbies.
El talento ¿se hereda?
Hay quienes piensan en el determinismo genético de la creatividad. Consideran que el talento se hereda. Hoy, aunque no está totalmente zanjado este debate, se sabe que el talento se educa. La creatividad es una cualidad de todo talento, de todas las inteligencias. Recordemos que, aun cuando nuestra educación con sus currículos, se ha instalado en una concepción tradicional de inteligencia, la realidad es que en la comunidad científica, la propuesta de Howard Gardner de las ocho inteligencias, tiene gran aceptación.
Por desgracia, de ellas, nuestras educaciones (subsistemas educativos), suelen centrar su interés en una de ellas, con lo que el país pierde la posibilidad de desarrollar los talentos diversos desde temprana edad. Así, las diversas inteligencias (matemática, lingüística, artística, musical, naturalista, cinestésica, intrasubjetiva, intersubjetiva), quedan reducidas a su mínima expresión. Con ello, la capacidad creativa que activa e interrelaciona diversas inteligencias entre sí, queda fuertemente reducida a su mínima expresión.
El desarrollo de la creatividad nos convoca a revisar a fondo cómo están concebidos los currículos del sistema educativo y los métodos de enseñanza-aprendizaje. Si el país tiene prisa en su desarrollo, también lo tiene su educación. Por ello, la creación de capacidades, especialmente de la creatividad, debiera tener un lugar de primer orden.
La creatividad está referida a producir, de forma intencionada, novedades valiosas, originales, que tengan cualidades, tales como: eficacia, belleza, gracia y, sobre todo, utilidad. Se trata, por tanto, de una capacidad, de una competencia. Es el hábito de crear, pasando por imaginar para llegar a inventar.
El modelo educativo centrado excesivamente en la memorización debe marcarse también como objetivo proporcionar a los alumnos habilidades para el éxito en la vida y ayudarles a desarrollar su talento. La inteligencia emocional, la creatividad o el espíritu emprendedor son algunas necesarias para conseguirlo.