Un espacio donde siempre hay Palabras a Bordo
El taller literario dirigido por Patricia Bottale cumplió 20 años.
La escritora Patricia Bottale celebró sus 20 años del Taller Literario “Palabras a Bordo” con la presentación de la antología LA VOZ, editado por CR Ediciones.
El libro comprende una selección de textos producidos por integrantes del taller “Palabras a Bordo”. La Voz es una antología de relatos breves, cuentos, ensayos y reflexiones de los alumnos, que fueron elegidos entre los distintos grupos y la escritora.
Con estas palabras se expresó acerca del significado del Taller y su producción:
Hace veinte años me subí a un barco, y como la fundación de un océano propio, tracé un derrotero con mis deseos de infancia, con mis sueños más locos, con mi grito clandestino, con mi trabajo y mis proyectos. Dibujé rutas con lomos de cuero, icé velas de páginas sueltas, regatas de lectura, bibliotecas y voces amigas. Me acostumbré tanto a ese refugio íntimo, matriz de mi deseo más esperado, que nunca pude zarpar sola. Entonces, construí un muelle pequeño, y escribí un cartel que decía Taller Literario, espacio donde siempre hay… “PALABRAS A BORDO”, y lo colgué como bandera, para que todo aquel que sintiera ese refugio como propio, pudiera entrar.
Desde la quilla hasta el palo mayor, la esencia de este barco es la respetuosa irreverencia de los que aman crear y expresarse, tocar los libros, olerlos, o “navegar” los textos en pantallas de luz; tomar café junto a los autores de otros tiempos, y soñar con ser uno de ellos, volar con los ojos limpios más allá, ¡lo necesitamos tanto!, arriesgarse, reconocer los límites y empujarlos, aprender, renunciar y también… saber aplaudir al otro.
Mi puerto preferido es la confianza, la humildad, el buen gusto. Hay un tacho de basura en la cubierta, donde se dejan la mentira, la soberbia, la fama y el mal humor.
Hay algunos que solo vienen de visita o se han refugiado alguna vez, tantos que se han quedado sin quedarse, que fueron parte de este reducto clandestino que conspira a espaldas de la velocidad cotidiana, dejando voces en el aire y páginas secretas. Y los de siempre, los que conocen mis gestos, acarician mi historia de cerca, junto a colegas, amigos y hermanos de ruta.
Mi ciudad va conmigo, tantos lugares donde hemos anclado, hasta recordar donde comenzó todo: la casa de mi madre, la que puso un libro de Stevenson en mis manos cuando yo no llegaba a la altura de la mesa de la cocina, empujándome hacia un mundo del que nunca he querido escapar, porque desde ese espacio he escrito mis propias historias, mis denuncias, mis ficciones, y he encontrado mi inefable energía de seguir y seguir.
Hemos corregido cientos de páginas, donde encontrar la sangre renacida de todos los que llegaron a refugiarse entre estas maderas, quizás mal calafateadas, buceando distintas aguas, dejando hasta la piel en la búsqueda de la palabra perfecta.
Nos hemos escuchado… He compartido mis logros, mis miedos, mi trabajo, mi tiempo, he vivido junto a ustedes veinte maravillosos años.
Y hoy, esta VOZ, este nuevo libro que corona esta etapa, editado por CR ediciones, es un mojón que quiere hacerse escuchar; es el latido íntimo y tremendo de un nuevo prólogo de vida. Porque el Taller es esto, un espacio donde se transitan reinos invisibles en evolución permanente, profundas conexiones humanas de afecto y complicidad, donde se sueltan, incansables, desde los rudimentos de la escritura, hasta la sublime extensión de la literatura
Dejo mi intención de siempre, la misma desde hace veinte años: seguir sumando, sin descanso, PALABRAS A BORDO. Con la certeza que nuestros más profundos deseos de expresión, nuestro juego de ajedrez cotidiano, nuestros temores huérfanos y mudos, nuestras pasiones y nuestro retorno al origen de cada texto son un modo ingenuo, pero eterno de comprender la muerte, porque, al fin, como dice Bukowsky… no sabemos nada.
Fin de una etapa siempre es el comienzo de otra etapa, con voces, con gritos, con GRACIAS, muchas Gracias.