Legales Martes 21 de Febrero

Los golpes invisibles

Constanza Galina Andrioli – Abogada. Psicóloga. Mediadora. Docente.

Violencia de género psicológica contra las mujeres

La violencia psicológica puede ser inherente a la violencia física, una antesala de ésta o totalmente independiente. La conceptualización de lo que es la violencia psicológica no ha sido aún lo suficientemente validada ni consensuada. Para algunos autores, el rasgo más importante son las agresiones verbales. Para otros, en cambio, puede no haber insultos, porque el elemento central es el uso de estrategias no físicas para el control del otro, un plan maquiavélico para que se sienta cada vez peor consigo misma, sin recursos, poco valiosa, necesitada y dependiente de su agresor, sin otra salida posible que tolerar lo que la hace sentir cada vez más disvaliosa y descartable.

Para la Ley argentina de Protección Integral contra la violencia contra las mujeres, número 26.485, la violencia psicológica es: “La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación, aislamiento… culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación”.

En el Derecho Comparado, se encuentran definiciones que aclaran el concepto y que la describen como toda conducta u omisión intencional que produzca en la mujer una desvalorización o un sufrimiento, por medio de amenazas, de humillación, de vejaciones, de exigencia de obediencia o sumisión, de coerción verbal o cualquier otra restricción en el ámbito de su libertad. Los elementos que incluye la violencia psicológica varían según los diferentes tipos de relaciones interpersonales, esto es, si se trata de grupos manipuladores, violencia de la pareja o acoso laboral.

Para pensar este tipo de violencia, es interesante considerar las diferentes estrategias de abuso psicológico, entre las cuales, se puede mencionar: aislamiento, control y manipulación de la información, control de la vida personal, abuso emocional, imposición del propio pensamiento, descrédito y generación de rumores descalificantes sobre la mujer, e imposición de un rol servil.

La importancia de encontrar un punto común en la definición de la violencia psicológica está en la posibilidad de consensuar los instrumentos para medirla y detectarla, y para probarla en el ámbito judicial. Se trata de abusos que no dejan huellas en el cuerpo, que suelen ocurrir en ámbitos privados, y que lesionan la autoestima, el deseo de vivir y el desarrollo personal. Las consecuencias y el impacto psicológico de quien lo sufre pueden ser tan graves como las del físico o el sexual, o más.

¿Cómo detectarla?

Existen diferentes modelos para evaluarla, que van desde las entrevistas semiestructuradas, a los tests o técnicas de autoinforme. Sin embargo, una de las mejores herramientas para detectar la presencia de violencia psicológica en la vida de una persona es formularle una única pregunta que se realiza personalmente a la persona evaluada, o que ella misma puede hacerse:

  • ¿Te sientes segura en casa?

  • ¿En este trabajo?

  • ¿En este grupo humano?

  • ¿En esta relación?

 

Si la respuesta es no, o se padecen, en más de una ocasión, más de tres de los indicadores de violencia psicológica que se indican más abajo, es hora de considerar:

  • ¿Qué sentido tiene sostener ese trabajo, esa amistad, esa pareja o esas relaciones?

  • Recuperar el valor de la propia persona, los proyectos de vida, las otras relaciones y alternativas de trabajo, de amistades, posibilidades amorosas.

  • Buscar ayuda, legal, psicológica y social, para encontrar los apoyos que acompañen en las decisiones que puede significar salir de esas relaciones abusivas, lo menos dañada posible.

Indicadores y secuelas de la violencia psicológica (recuadro)

Los indicadores y secuelas que deja este tipo de violencia silenciosa y difícil de probar, y que posibilitan hacer visible lo invisible del maltrato psicológico, son los siguientes:

Emocionales: depresión, ansiedad, dependencia emocional, sentimiento de indefensión, miedo a las consecuencias, inseguridad, tristeza, accesos de llanto, dificultades para levantarse a la mañana, miedo, baja autoestima.

Psicofísicas: trastornos del sueño, trastornos de alimentación, somatización, ansiedad, adicciones.

Conductivas: irritabilidad, autolesiones, aislamiento, evitación, falta de habilidades sociales, dejadez personal, afectación de la vida cotidiana, abandono de actividades que antes daban placer; abandono de proyectos personales.

Cognitivas: protección del agresor, desconfianza del porvenir, hipervigilancia, no entender lo que pasa, baja capacidad de autonomía y de decisión, despersonalización.

 

Cuando de un modo regular se sufren alguno o algunos de los síntomas mencionados, es conveniente buscar ayuda; conversar con los profesionales de la Psicología y del Derecho, con los amigos y familiares para alertarlos del sufrimiento, de modo que se pueda contar con asesoramiento sobre los derechos y alternativas, que muchas veces, pueden significar alejarse de las relaciones y ámbitos en donde circula la violencia, de aquellos que aunque, no peguen el cuerpo, dañan de otras maneras, controlando, humillando, descalificando, y así, destruyen lo más valioso de una mujer: su sentimiento de su valía personal y sus deseos de vivir.

Ningún trabajo, ni amigo, ni relación vale más que tu propia vida. Como dice el refrán, quien te ama y te valora, no te hace sufrir.


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