Los tratamientos de Obesidad en el contexto de Covid -19
Dr. Jorge Harraca – Asesor de la Comisión de Cirugía Bariátrica de la Asociación Argentina de Cirugía - Director del Centro de Cirugia Bariatrica
Aprovechar momentos de oportunidad, con baja circulación viral, para continuar con los tratamientos y procedimientos.
En los últimos 40 años, la salud de la humanidad asistió a diferentes momentos, tanto críticos como así también de sorprendentes progresos. Si bien el SIDA nos conmocionó, el impacto de la Pandemia del Covid-19 generó una verdadera revolución que paralizó al mundo.
Diversos fenómenos como el de la comunicación y el trabajo a distancia se incorporaron a nuestras vidas como un hecho natural y cotidiano y, lo más sorprendente, es que todo cambió en tan solo dos semanas. Incorporamos muchas cosas como medidas de cuidados y el concepto del Aislamiento Preventivo que se logró por la información, la restricción, el control y el bombardeo del “Quédate en casa”.
Esto, a la fecha dio sus frutos, con un bajo número de contagios comparados con países vecinos y un sistema sanitario con camas disponibles para un eventual crecimiento del problema. Pero así como todos nos aislamos y casi todo se detuvo, también los pacientes por el aislamiento y, tal vez, por temor al contagio, dejaron sus consultas por otras enfermedades. Así, comenzamos a transitar un nuevo problema causado por la solución implementada para frenar el virus.
El hecho de que la Obesidad cause casi tres millones de muertes por año en el mundo, en comparación con lo más de 400.000 muertos a la fecha por Covid-19, no significa que una u otra sea más importante, sino que ambas enfermedades deben ser atendidas y cuidadas. Si solo le prestamos atención a una, seguramente la otra nos hará saber de su crecimiento y fatales consecuencias.
Curiosamente, las consultas por obesidad y su incidencia en enfermedades como diabetes e hipertensión se vieron interrumpidas al igual que la suspensión por parte de algunas obras sociales de los tratamientos por obesidad. Esto fue más notable en la suspensión de las autorizaciones de las operaciones Bariátricas, argumentando normativas ministeriales de realizar solo operaciones de urgencia. Tal recomendación fue válida solo al comienzo de la pandemia y en especial para el sector público, con la intención de reservar camas por un eventual brote de Covid-19, que hasta ahora, no llegó.
¿Qué dejó todo esto?
Si bien es cierto que hasta ahora se logró una baja cantidad de contagios, también lo es que hay numerosos pacientes obesos con tratamientos suspendidos, con un elevadísimo porcentaje de camas del sistema de salud vacías.
Para mencionar un ejemplo, es como si en un hospital atendiésemos solamente a pacientes con peritonitis y mandásemos a aquellos con apendicitis a la casa. El resultado sería siempre el regreso de ellos al hospital con mayor gravedad, riesgo para su vida y costo para el sistema.
Como en todos los órdenes de la vida, lo más difícil es encontrar un equilibrio. La pandemia, por lo que hoy sabemos, puede llegar a durar varios años y durante ese tiempo habrá momentos más y menos seguros para desarrollar ciertas actividades y/o procedimientos médicos. Eso estará dado por la circulación viral de cada zona, siendo en los momentos de baja circulación la oportunidad para llevar adelante ciertos tratamientos que si bien no son urgentes, son “No Postergables”.
Indudablemente desde lo político y sanitario es un éxito mostrar un bajo numero de contagios de Covid-19, pero también tenemos que mostrar cómo cuidamos las demás enfermedades y no entorpecemos el acceso a su cuidado. Se presenta así el desafío de cómo administrar todas las variables de una misma crisis.
Un párrafo aparte merece el hecho de que algunas obras sociales hayan visto una oportunidad para restringir procedimientos a efecto de reducir consumos y gastos, siendo esto, a mi criterio, un perjuicio para el paciente y para ellos mismos ya que demorar un tratamiento y prolongar el padecimiento se traducirá indefectiblemente y, con el tiempo, en mayores costos.
En síntesis, parecería ser que entre el hecho pendular entre el cierre y la apertura de todo, existen momentos oportunos. Estos son, sin duda, los llamados periodos de ventana de baja circulación viral, en los que tenemos que aprovechar para dar curso a todo lo que queda en espera durante los periodos de alto contagio.
Si desaprovechamos estos momentos, no solo habremos perdido el tiempo sino también le habremos quitado la oportunidad a los pacientes de salir adelante en sus afecciones crónicas.
Que no suceda como el caso de aquel que, pensando en borrar la arruga de una tela, la va desplazando, no solo sin lograr que desaparezca, sino formando muchas otras nuevas.