Síndrome del Mirador de Vidrieras.
Dra. Judith Fornaso - Alta Complejidad Cardiovascular - Hemodinamia Rosario
Síntomas, evolución, diagnóstico y tratamiento de una patología que afecta a los miembros inferiores.
La Claudicación Intermitente, también denominada síndrome del mirador de vidrieras, es el síntoma más característico de la patología arterial de los miembros inferiores. Se manifiesta por la presencia de dolor o calambre en los músculos, más frecuentemente de la pantorrilla, aunque puede darse también en los músculos del muslo o en los glúteos. Se desencadena ante un ejercicio físico como la caminata, y obliga al paciente a detenerse durante la marcha, luego de lo cual los síntomas desaparecen.
Estos pacientes que caminan y de pronto se detienen como si se pusieran a mirar vidrieras, es posible que presenten una oclusión en las arterias de los miembros inferiores, consecuencia de la aparición de la enfermedad conocida como arterioesclerosis.
La placa de ateroma (así se denomina a la placa de grasa que se forma en la pared arterial provocada por la arterioesclerosis) es el elemento principal de los cambios que conducen a la disminución del flujo de sangre en las arterias. Dependiendo del grado de estenosis (estrechamiento) u oclusión (cierre total) de la luz arterial y del lugar donde se manifieste, producirá sufrimiento en los tejidos y músculos distales a dicha lesión.
Factores de riesgo
Existen diversos factores asociados al incremento del riesgo de enfermedad arterial: hipertensión, diabetes, colesterol, consumo de tabaco, factores genéticos, sedentarismo, obesidad y otras enfermedades relacionadas juegan un rol indudable como condicionantes de la aparición de lesiones arterioescleróticas.
La claudicación intermitente afecta con más frecuencia a los hombres mayores de 50 años que por lo general padecen enfermedades asociadas, y se exacerba generalmente en el invierno por el efecto constrictor que produce el frío en los vasos sanguíneos.
En la definición de su modalidad tiene importancia la conformación de las lesiones (únicas o múltiples, uni o bilaterales, proximales o distales), su condición evolutiva (agudas o crónicas), la efectividad de los mecanismos compensatorios, los factores de riesgo asociados y la respuesta al tratamiento.
Las distintas etapas de la enfermedad
Para describir las sucesivas etapas por las que atraviesa la historia natural de la enfermedad se utiliza la Clasificación de Fontaine:
- ESTADIO I: Enfermedad asintomática.
- ESTADIO II: Claudicación intermitente:
II. A) claudicación no invalidante.
II. B) claudicación invalidante.
- ESTADIO III: Dolor en reposo.
- ESTADIO IV: Trastornos tróficos ( úlcera y gangrena)
IV. A) limitados.
IV. B) Extensos.
El estadio I, enfermedad asintomática, se detecta en el examen físico médico y se caracteriza solamente por la ausencia de pulsos periféricos palpables.
El Estadio II, la claudicación intermitente no invalidante, es aquella que se describe como dolor que obliga a parar la marcha a 300, 200 o 100 mts, siendo cuanto más severa la lesión, menor la distancia recorrida. El estadio II invalidante es aquel que interfiere con mínimos requisitos de la calidad de vida (ir al baño o a comer).
El estadio III, o pre-trófico, es el dolor isquémico en reposo, y anuncia un déficit circulatorio grave. Al efectuar el examen físico, aparecen signos característicos como ser: frialdad, palidez, trastornos de la sensibilidad y la motilidad y pérdida de los pulsos arteriales periféricos. El paciente refiere intenso dolor al descansar en cama, que lo obliga a quedarse sentado o caminar para alivianarlo.
El cuarto estadio, ya con lesiones tróficas, limitado o extenso, indica una isquemia crítica, poniendo en riesgo la viabilidad del miembro.
Diagnóstico y tratamiento
El examen físico orienta hacia la presencia de enfermedad arterial. La ausencia de pulsos periféricos, la caída en el índice de presión tobillo-brazo obliga a solicitar métodos diagnósticos, según el grado evolutivo, como ser: ecodoppler arterial, y arteriografía, siendo este último el analizador por excelencia del patrón de las lesiones y el que brinda toda la información necesaria para definir pautas terapéuticas invasivas.
En el estadio I y el claudicante no invalidante, se estudia al paciente a través de ecodoppler arterial y se lo medica con vasodilatadores periféricos (cilostazol, pentoxifilina) y antiagregantes plaquetarios (aspirina). Es fundamental un programa de caminatas y ejercicios físicos, así como el control de enfermedades asociadas (bajar de peso, dejar de fumar, controlar diabetes, hipertensión y colesterol).
En los estadios siguientes, el estudio arteriográfico es indispensable para determinar el pronóstico y tratamiento de la enfermedad. El tratamiento consiste en revascularizar el miembro, que, según el sitio y tamaño de las lesiones arteriales se indica: tratamiento médico (vasodilatadores, antiagregantes), tratamiento locales de las lesiones (antibióticos, curaciones locales o toilettes) o tratamientos invasivos: endovasculares (angioplastia) o quirúrgicos (bypass periféricos).
La consulta con el cirujano vascular es muy importante ante la sospecha de enfermedad vascular sabiendo que la utilización de los medios complementarios de diagnóstico deben seguir una secuencia lógica, guiada siempre por la clínica y sus etapas evolutivas.
El tratamiento médico debe ser común a todas las etapas de la enfermedad y las decisiones terapéuticas intervencionistas (cirugía convencional, terapéuticas endovasculares) tienen sólido fundamento solamente cuando de ellas se espera un beneficio cierto. En los estadios tempranos la arteriopatía evoluciona favorablemente con medidas conservadoras durante muchos años.
A modo de resumen
- La claudicación intermitente es el indicador fundamental en la enfermedad arterial obstructiva periférica
- Tiene incidencia en hombres, mayores de 50 años.
- Empeora con el frío y factores asociados como diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, obesidad, consumo de tabaco y sedentarismo.
- La detección temprana y la institución precoz de medidas terapéuticas apropiadas propicia un curso benigno en lo que a la conservación y buen desempeño del miembro afectado se refiere
- Es un indicador significativo de arteriosclerosis sistémica, fundamentalmente coronario.
- La consulta con el cirujano vascular es muy importante.
- La decisión terapéutica debe tener en cuenta la etapa evolutiva de la enfermedad, la edad del paciente y los factores de riesgo, que muchas veces son los que agravan la enfermedad crónica.