¿Cuáles son las causas de la Muerte Súbita?
Dr. Carlos Dumont, Dra. Laura Sanziani, Dr. Martin Ortiz - Grupo Gamma
Las estrategias para la prevención se basan en reconocer las enfermedades que derivan en muerte súbita
La Clasificación Internacional de Enfermedades define la muerte súbita cardíaca (MSC) como la muerte debida a cualquier cardiopatía, que ocurra fuera del hospital, en una unidad de urgencias o a un individuo declarado muerto a la llegada al hospital. Además, la muerte debe ocurrir antes de transcurrida una hora de la aparición de los síntomas. La MSC puede deberse a la presencia de arritmias graves o puede ser consecuencia de trastornos cardiovasculares no arrítmicos.
Se estima que la incidencia anual de MSC en el mundo ronda entre 4 y 5 millones de casos. La MSC continúa siendo un problema de salud pública no resuelto, y ello se debe a diversas razones. En primer lugar, aunque la mortalidad cardíaca total se ha reducido en la última década, la proporción y el número absoluto de casos de MSC han aumentado. En segundo lugar, a pesar de los amplios esfuerzos realizados, la supervivencia tras una parada cardíaca súbita continua siendo baja y no ha mejorado significativamente en las últimas décadas. Por estas razones, recientemente los esfuerzos se han centrado en la prevención de la MSC.
Aproximadamente el 12% de todas las muertes naturales ocurren repentinamente, y un 88% de ellas son de origen cardíaco. Es el modo de fallecimiento para más del 50% de los pacientes con cardiopatía coronaria y es la primera manifestación de cardiopatía en un 19-26% de los casos.
Existen dos picos bien establecidos en la prevalencia de MSC relacionada con la edad: uno ocurre en la lactancia y se refiere al síndrome de muerte súbita del lactante y el segundo se observa en la población geriátrica, entre los 75 y 85 años.
En los individuos mayores de 35 años la enfermedad coronaria (EC) sola o acompañada de alguna miocardiopatía es la causa principal de muerte súbita.
En el primer año de vida, las causas más comunes son las lesiones cardíacas congénitas y las miocarditis, aunque existe un grupo todavía inexplicado, llamado síndrome de muerte súbita (MS) del lactante, probablemente multifactorial, que incluye, entre otros, casos de arritmias primarias como el síndrome de QT largo, el síndrome de Brugada y el síndrome de QT corto. La MS del lactante es rara, y representa sólo el 10% de la mortalidad pediátrica después de 1 año de edad. El riesgo individual se calcula entre 1/20.000 y 1/50.000 por año.
Entre 1 y 30 años de edad, además de las cardiopatías eléctricas primarias, la MSC se debe básicamente a las enfermedades estructurales del corazón, como la miocardiopatía hipertrófica, la miocardiopatía dilatada, la displasia arritmogénica del ventrículo derecho, las anomalías congénitas de las arterias coronarias y prácticamente todas las cardiopatías congénitas (estenosis aórtica, tetralogía de Fallot, transposición de grandes arterias, obstrucción vascular pulmonar).
En los individuos mayores de 35 años la enfermedad coronaria (EC) sola o acompañada de alguna miocardiopatía es la causa principal de muerte súbita.
Múltiples causas
La MSC se debe a una multitud de causas que varían con la edad. Las enfermedades estructurales o miocardiopatías y las arritmogénicas o canalopatías, de gran heterogeneidad genética y fenotípica, son la causa más frecuente en sujetos jóvenes (menores de 40 años), mientras que la enfermedad coronaria continúa siendo la causa más frecuente a mayor edad.
El principal problema de estas enfermedades es que causan la muerte súbita en individuos previamente asintomáticos, es decir que en un alto número de casos la muerte súbita cardíaca es la primera manifestación de la enfermedad. Por consiguiente y dado que se trata de enfermedades hereditarias, hay un elevado riesgo para los familiares que, pese a permanecer asintomáticos, podrían ser portadores de variantes genéticas de riesgo.
Las estrategias para la prevención pasan por reconocer las enfermedades que pueden acabar en una muerte súbita. Las revisiones cardiológicas no invasivas simples (anamnesis haciendo especial hincapié en la historia familiar, exploración física y Electrocardiograma – ECG-) pueden permitir que se sospeche una de estas enfermedades y, por lo tanto, primero confirmar el diagnóstico utilizando las pruebas necesarias (ecocardiograma, resonancia magnética, prueba de esfuerzo, cateterismo, etc.) y después tomar las medidas preventivas adecuadas.
Desgraciadamente, en muchos casos debemos realizar las confirmaciones diagnósticas una vez que el paciente ha fallecido. En este caso, el interés está determinado por la necesidad de excluir la posibilidad de que se trate de una enfermedad transmisible genéticamente y que ponga en riesgo a otros miembros de la misma familia.
La muerte súbita cardíaca es, por lo tanto, multifactorial y cualquier estrategia para combatirla requiere de un enfoque integral y multidisciplinario, puesto en práctica por profesionales con conocimiento y experiencia en la temática. Necesitamos saber las causas, identificar a los pacientes con riesgo de sufrirla (las campañas de reconocimientos simples a gran escala pueden ayudar, pero requieren la complicidad de las administraciones). Debemos encontrar tratamientos adecuados en cada caso y concientizar a la población respecto a que la muerte súbita es, en muchas oportunidades, evitable y cualquier individuo no relacionado al sector Salud, puede contribuir en forma decisiva, poniendo en práctica habilidades de muy sencillo aprendizaje como la técnica de Reanimación Cardiopulmonar y la utilización de desfibriladores externos de uso público.