Dolor de pecho, ¿cuándo preocuparnos?
Dr. Higinio Balparda, Jefe del Servicio de Cardiología y Unidad Coronaria de Grupo Gamma
El tiempo es oro para nuestro corazón. La atención a los síntomas es la clave
El Infarto de Miocardio es una de las principales causas de muerte, y sobre todo de muerte inesperada o súbita. De allí provienen las preocupaciones por todo tipo de dolor torácico que sufren las personas. Básicamente, los Infartos de Miocardio se manifiestan con dolor en el pecho, éste se produce cuando se tapa una arteria coronaria.
Las arterias coronarias son los vasos sanguíneos que alimentan el músculo cardíaco. El corazón, aunque se tape una arteria, sigue latiendo y consumiendo energía (oxígeno), generando así un proceso inflamatorio por el cual las células musculares cardíacas mueren. Así se produce el dolor, llamado “Angor”, más conocido con el nombre de Angina de Pecho.
¿Cuándo debemos preocuparnos y consultar inmediatamente?
En primera instancia, tenemos que pensar si somos candidatos a tener un Infarto de Miocardio. Existen distintos niveles de riesgo para padecerlo, es decir, factores de riesgo coronario. Los cuatro principales:
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Ser hipertenso
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Ser diabético
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Tener colesterol alto
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Fumar
También hay otros factores que son menos importantes pero no por eso menos útiles: la edad, (cuanto más joven es una persona menos probable es que sufra éste padecimiento, principalmente los menores de 30 años); los antecedentes familiares (cuantos más familiares directos - madre, padre, hermanos- hayan sufrido problemas arteriales mayores son las posibilidades). Otros factores son el estrés y la obesidad. Entonces mientras más factores sumemos, más nos tenemos que preocupar, y lo contrario si no tenemos ninguno.
¿Qué tipo de dolor padecemos?
Un segundo síntoma que debe resultar alarmante son las características del dolor. El más común es el llamado Angor Pectoris, se trata de un dolor opresivo angustioso a nivel del esternón. Los médicos lo describen como “una pata de elefante” que se siente desde la garganta hasta el estómago, y se irradia al borde interno del brazo izquierdo o ambos. En algunas ocasiones, también se proyecta hacia la mandíbula. Al comienzo, cuando la arteria se obstruye, más de un 70%, el dolor es sólo de minutos y se da, generalmente, ante esfuerzo o situaciones de estrés, y puede pasar con el reposo. Si se percibe un dolor continuo, se llega al 100% de obstrucción arterial, en ese caso ya comienza el infarto.
Si se percibe un dolor continuo, se llega al 100% de obstrucción arterial, en ese caso ya comienza el infarto.
La primera recomendación es pensar si somos potenciales candidatos. Cuantos más puntos sumemos más rápido deberíamos consultar, principalmente si las características del dolor se asemejan a las descriptas. El tiempo es oro para nuestro corazón: si el tiempo de obstrucción que sufre la arteria es alto, más grande será el infarto y, naturalmente, también lo será nuestro riesgo.
Ya sabemos, el corazón mata, pero tiene cierta “nobleza” y suele avisar con dolores previos, que se autolimitan. Si se presentan dudas o dolor siempre recomendamos consultar y los cardiólogos deberíamos darles nuestros teléfonos a los pacientes, ya que una llamada a tiempo puede salvar vidas, evitando consultas innecesarias.
Cuando nos encontramos con situaciones que no son del todo claras, existen protocolos de estudio como las Unidades de dolor de pecho donde se efectúan una serie de pasos para confirmar o descartar el problema con más del 98% de seguridad. En estas unidades, se observa al paciente durante 12 horas y allí se le realizan análisis, electrocardiograma y alguna prueba funcional o tomográfica. Ante la duda, siempre es mejor consultar ya que como dice un dicho popular “los que se asustan se salvarán y los valientes se complicarán”.