Ginecología Lunes 18 de Abril

¿Qué es el síndrome de congestión pélvica?

Hemodinamia Rosario

Esta enfermedad, que afecta al 15 % de las mujeres, suele estar mal diagnosticada. El tratamiento más adecuado es la embolización u oclusión de las venas ováricas.

La consulta ginecológica por dolor pélvico es muy común, ya que es una condición que afecta frecuentemente  a las mujeres durante sus años reproductivos. En algunos casos, estos dolores pueden estar causados por la presencia de várices pélvicas o por el síndrome de congestión pélvica.

Se trata de una enfermedad compleja, mal diagnosticada y poco conocida que afecta hasta un 15 % de las mujeres. No se conocen bien sus causas aunque se han aducido razones mecánicas y hormonales. La falta de válvulas en algunos sectores venosos favorecería la acumulación de la sangre venosa produciendo las dilataciones venosas en la pelvis. 

En relación a los síntomas más frecuentes que se presentan en el síndrome de congestión pelviana, podemos indicar que se caracteriza por un dolor en el abdomen bajo (pelvis) que persiste durante más de 6 meses, habiéndose descartado previamente  otras causas de origen digestivo o ginecológico.

El dolor pélvico se describe como sordo y pesado, de una intensidad y duración variables, que a menudo empeoran en la época premenstrual.  Es  de intensidad variable y su inespecificidad lleva  a la paciente a consultar a diversos especialistas, entre ellos gastroenterólogos y ginecólogos.

El dolor abdominal bajo es irregular e inconstante, aumenta con la menstruación, con el cansancio a lo largo del día y al permanecer de pie. Puede ir asociado a dolor y ligero edema en las piernas, relacionados o no con várices en esta localización. Puede haber dolor durante la relación sexual, irritación de la vejiga urinaria que incrementa las ganas de orinar, pudiendo manifestarse infecciones urinarias a repetición. También pueden aparecer várices en uno o en ambos lados de la vulva que se pueden extender medialmente hacia la cara interna del muslo, o bien várices  en las nalgas o en la región posterior alta del muslo.

El dolor abdominal bajo es irregular e inconstante, aumenta con la menstruación, con el cansancio a lo largo del día y al permanecer de pie

No es fácil entonces determinar la causa patológica del origen del dolor pélvico si no existe la sospecha diagnóstica previa del médico tratante, basada en una historia clínica que sugiera esa condición. En ocasiones, por la dificultad en el diagnóstico, las pacientes han llegado a consultar con el psiquiatra por pensar en un dolor de tipo psicosomático. 

Las mujeres con síndrome de congestión pélvica generalmente están en edad fértil, es decir, suelen tener menos de 45 años. Con cada embarazo las venas de los ovarios aumentan de tamaño, por lo que el síndrome es poco común en las mujeres que nunca han estado embarazadas.

Diagnóstico 

El diagnóstico de la enfermedad es sencillo y se realiza en base a los datos clínicos y a los hallazgos obtenidos en la ecografía, preferentemente transvaginal. La tomografía computada (TAC)  y la resonancia magnética (RMN) son también pruebas de imagen que proporcionan un buen diagnóstico. La venografía o relleno con contraste de las venas ováricas e hipogástricas son la prueba de oro para el diagnóstico de várices pélvicas: se suele realizar previo al tratamiento, denominado embolización.

Tratamiento  Ambulatorio 

La embolización u oclusión de las venas ováricas es un procedimiento que se realiza en forma ambulatoria, bajo una leve sedación y anestesia local. Para este procedimiento, el médico realiza una mínima punción a nivel de la ingle o el brazo a través de la cual se introduce un catéter en la vena femoral o humeral, para llegar hasta la vena gonadal. Se utiliza la radioscopía para guiar el avance del catéter. Posteriormente se ocluye la vena utilizando espirales metálicas (llamdas coils) que son depositadas en el sitio apropiado a través del catéter. De esta manera la sangre se direcciona hacia otras venas sanas, disminuyendo la presión en las venas de la pelvis. Esta técnica permite la disminución del dolor pélvico en cerca del 90% de los casos.

Las ventajas de la embolización en relación a la cirugía abierta, que es otra opción de tratamiento, es el hecho de no dejar cicatrices y permitir su manejo ambulatorio. En estudios de radiología intervencionista, se evidenció una mejoría del 90 % en las pacientes a las que se les efectuó embolización y en los estudios en que se utilizó escala visual análoga de 0 a 10 en el dolor, el mismo mejoró de un promedio de 7.2 a 7.9  previo al tratamiento, a un puntaje promedio de 2.5 a 5.6 luego de efectuarse el tratamiento.


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