La importancia del uso de lentes de sol
Dra. Andrea Barral. Oftalmóloga. Servicio de Oftalmología - Sanatorio de la Mujer Fisherton.
Patologías asociadas a las radiaciones solares.
El exceso de luz daña el tejido retinal. Del mismo modo que la radiación solar causa daños en la piel, los causa en los ojos. Al incidir sobre los tejidos oculares se generan radicales libres que alteran la estructura de las proteínas y destruyen las membranas.
Para entender este proceso, es necesaria una breve explicación de cómo está formado el tejido retinal. La retina es la capa más interna del globo ocular. Su misión es transformar la luz que recibe en un impulso nervioso que viaja hasta el cerebro a través del nervio óptico y se convierte en las imágenes que percibimos. La luz llega a través de la córnea, cruzando la pupila y el cristalino hasta que llega a la retina. Es necesario que todas las estructuras estén sanas para una buena visión.
La retina tiene una organización muy compleja. A finales del siglo XIX se describió por primera vez la estructura microscópica de la retina como diez capas bien diferenciadas.
Está formada por un entramado de células nerviosas que viajan hasta el cerebro por el nervio óptico. Esto hace que tengan una distribución anatómica especial en el fondo de ojo:
Papila óptica: es la cabeza del nervio óptico, donde se agrupan todas las prolongaciones de las neuronas para llevar el impuso hacia el cerebro.
Arteria y vena de la retina: son las encargadas de nutrir las capas más internas de la retina.
Mácula: es la zona de la retina encargada de la visión central, de la visión fina de los detalles de las cosas (leer, enhebrar una aguja).
Fóvea: es el centro de la visión, donde se enfocan los rayos de luz que llegan a la retina.
Retina periférica: Es la que nos permite la visión periférica. Si alguien está fuera de donde miramos, la retina periférica nos permite reconocerlo por su forma.
Vítreo: es el gel que ocupa la cavidad del globo ocular. Es transparente y está pegado a la retina. Con la edad va sufriendo un proceso de envejecimiento y es el responsable de las “moscas volantes” que ven algunos pacientes.
¿Por qué es importante usar lentes de sol?
Es en esta época del año cuando los rayos solares caen perpendicularmente sobre la tierra y resulta más molesto y también más peligroso para nuestra salud. En cualquier otro momento —días nublados u otra época del año— existen factores que pueden frenar los efectos nocivos del sol.
De este modo, las nubes, actúan como pantalla y por eso los días nublados no necesitamos lentes de sol. Mientras tanto, en otoño e invierno, el sol incide de forma diagonal y la radiación es menor por lo que el sol es menos nocivo.
¿Cómo se miden las radiaciones solares y que patologías producen?
La radiación es medida por su longitud de onda en nanómetros (millonésima parte de un milímetro)
En principio, el ojo está bastante bien protegido por sus medios ópticos, los cuales absorben la mayor parte de la radiación UV (rango C: aproximadamente por debajo de los 290 nm). Con una exposición excesiva a dicha radiación UV de onda corta, se observa daño a la córnea y a la conjuntiva.
Una radiación UV de longitud de onda mas larga (rango B: 290 – 320 nm) es intensamente absorbida por el cristalino y podría producir cataratas.
Longitudes de onda UV muy largas (rango A: 320 – 400 nm) pueden atravesar todos los medios ópticos y dañar la retina.
La luz visible de onda corta (400 – 480 nm) o LUZ AZUL es particularmente nociva. Se ha demostrado que puede observarse daño en la retina aun años después de una sola exposición a este tipo de luz.
Existen varios indicios que el daño fotoquímico o “daño por LUZ AZUL” aceleraría la degeneración macular relacionada con la edad.
Igual que la radiación solar causa daños en la piel, los causa también en los ojos, al incidir sobre los tejidos oculares se generan radicales libres que alteran la estructura de las proteínas y destruyen las membranas.
Un breve ejemplo…
Si un día de verano ponemos una lupa arriba de un brazo, bajo el sol, probablemente en muy poco tiempo la retiraríamos sintiendo dolor por quemarnos la piel. El gran problema de la retina es que no contamos con esa sensación de dolor, un exceso de luz en ella no es reconocido por el sistema nervioso , es decir NO DUELE, solo encandila.
Sin embargo existe un gran desconocimiento de este tema y muchas personas miran directamente al sol. Recordemos que la toxicidad de los rayos UV es acumulativa con los años… La única forma de evitarlos sería protegerse utilizando unos lentes de sol adecuados.
El cuidado en los más chicos
La llegada del buen tiempo y las vacaciones de verano invita a los más pequeños de la casa a pasar muchas horas al aire libre. Los padres son conscientes de los riesgos del sol para la piel de sus hijos, pero no suelen tener en cuenta que sus ojos se muestran igual de sensibles frente a los efectos nocivos de la radiación ultravioleta. Esto se debe, en gran medida, al desconocimiento acerca de las graves consecuencias de una exposición solar prolongada durante la infancia.
Los lentes oscuros pero sin filtros adecuados dilatan la pupila aumentado la penetración de la radiación y los lentes de sol “de juguete” no bloquean la radiación ultravioleta, ofreciendo, por lo tanto, una falsa sensación de” seguridad”.
El uso de lentes de sol de calidad durante la infancia, acompañado de otros elementos de protección como las gorras, los sombreros y las viseras, reduce el riesgo de padecer estas patologías.
Los anteojos de sol infantiles, al igual que las de los adultos, aunque no tengan aumento, deben ser adquiridos en una óptica porque están hechos especialmente con los filtros de rayos UV adecuados y además se debe solicitar en estos comercios las garantías necesarias y exigir lentes de calidad sin aberraciones.
¿Sabías que el ojo del niño resulta más vulnerable que el del adulto?
Esto es así porque:
- Antes del primer año de vida, el cristalino, que ejerce de filtro, deja pasar a la retina el 90% de la radiación UVA y el 50% de la UVB.
- La pupila permanece más dilatada que la de los adultos.
- La pigmentación del ojo, que actúa como barrera protectora, se va oscureciendo con el paso del tiempo. De ahí que los niños, especialmente los rubios y de ojos claros, resulten más vulnerables que los adultos.
La consecuencia es que, según los expertos, casi el cincuenta por ciento de la radiación ultravioleta a la que nos vemos expuestos a lo largo de la vida se produce antes de cumplir los 18 años.
Entre los daños que surgen a corto plazo destacan las queratitis o quemaduras solares, que en los más pequeños se manifiestan con síntomas de dolor, fotofobia y enrojecimiento de los ojos. A largo plazo, el daño puede ser más grave, en forma de alteraciones cornéales, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, que afectan a la visión de forma permanente.