Nutrición Infantil: Los primeros 1000 días
Dr. Omar Tabacco - Pediatra Gastroenterólogo - Sanatorio de Niños de Rosario
Una buena alimentación desde la concepción y hasta los primeros dos años de vida
El objetivo primordial de una adecuada nutrición en la infancia es ofrecerle al individuo los mejores nutrientes que le permitan expresar todo su potencial genético de crecimiento y desarrollo.
Las intervenciones que podemos efectuar no tendrán el mismo impacto en la salud actual y futura de ese niño, de acuerdo al momento de realizarlas. Es así que en los últimos años se ha demostrado claramente que el momento más oportuno para estas intervenciones es en los primeros mil días, desde la concepción y hasta los dos años de edad (270 días de embarazo, y 730 días de los primeros dos años).
Trabajos de seguimiento a largo plazo de grupos de recién nacidos, realizados en países en desarrollo de distintos continentes, muestran una similitud sorprendente en la forma de expresarse los resultados de estas intervenciones, de acuerdo a la edad en las cuales se realizan, no solamente en la salud actual de esos niños, sino también en la salud de esos mismos niños en la edad adulta.
Los resultados demuestran claramente que los niños con mejor peso de nacimiento y con mayor peso en los primeros dos años de vida tienen una incidencia mucho menor de enfermedades intercurrentes en la niñez y tasas de mortalidad infantil muy inferiores.
También son muy claros los beneficios de la ganancia ponderal en los primeros dos años de vida cuando se analizan distintos parámetros de salud de esos mismos niños en la edad adulta. Estos pueden analizarse como un mejor "capital humano", entendiendo como tal una mayor tasa de escolarización y capacidad laboral (el cerebro crece en los primeros dos años de vida) y en hijos propios de mayor peso y talla que expresan beneficios transgeneracionales de una mejor nutrición.
Una buena alimentación se relaciona también con claros beneficios para la salud pública, ya que existe una correlación positiva entre un mayor peso en los primeros dos años de vida y una menor incidencia de enfermedades metabólicas altamente prevalentes (actuales "epidemias" mundiales de salud) como sobrepeso, diabetes, hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares.
Dicho de otra manera, un crecimiento acelerado en los dos primeros años de vida tiene efecto protector de enfermedades metabólicas en la edad adulta, y un mejor desarrollo cerebral en estos primeros años se correlaciona con mejor capacidad cognitiva.
Ganar peso de manera tardía no siempre es mejor
Estos claros y múltiples beneficios de un mayor crecimiento en los primeros dos años de vida desaparecen cuando se relacionan estos datos de salud física e intelectual con un mayor peso a partir de los 2 años de vida.
La peor combinación parece ser un bajo peso de nacimiento, con una tardía recuperación nutricional, luego de los 1000 días. Este es un modelo preocupante, pues es el que se observa en algunas poblaciones carenciadas, con bajo peso de nacimiento, no asistidas en los primeros años, y que luego se benefician con planes alimentarios en edades posteriores cuando acceden a algún tipo de asistencia nutricional, por ejemplo en el sistema educativo.
En Salud Pública los esfuerzos deben estar dirigidos hacia la embarazada y en los dos primeros años de vida del niño.
Como médicos asistenciales debemos centrar todos nuestros esfuerzos en vigilar una correcta alimentación durante el embarazo, con controles de peso regulares y asesoramiento nutricional y en Pediatría, aconsejar permanentemente a las familias en la adecuada alimentación de nuestros pacientes, especialmente en los primeros dos "sensibles" años de crecimiento y desarrollo.
Es necesario promover incesantemente, de acuerdo con las recomendaciones de la OMS y la Sociedad Argentina de Pediatría que el mejor alimento para nuestros niños es la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida, y complementada a partir de allí hasta los dos años de edad, con alimentos variados, frescos y naturales.