COVID-19: El tiempo como oportunidad
Ps. Ma. Eugenia Gasparý, Integrante del Servicio de Oncología Médica y Cuidados Paliativos del Grupo Gamma
¿Quién se anima a transformar este parate generalizado no electivo en una posibilidad para uno mismo? ¿Quién se anima a jugar otro juego en el que, por ejemplo, se resignifiquen los vínculos?
Esta pandemia nos tiene a todos sobresaltados. ¿Acaso hay alguien que no acusó el golpe? Creo que no. Tanto para aquellos que intentan desmentirla, como para aquellos que se reconocen en crisis. No hay nadie indemne. Nadie que no haya sido atravesado de alguna u otra manera por este evento a nivel mundial.
La pregunta que insiste y aparece mayormente en diferentes versiones en las redes sociales, tiene que ver con intentar buscarle un sentido a este momento histórico que estamos atravesando. La oferta de respuestas y de sentidos es variada; Desde lecturas estrictamente ligadas al ámbito de la salud intentando comprender el funcionamiento del virus, a lecturas con tintes más filosóficos, psicológicos y hasta místicos.
¿Por qué tenemos que vivir una pandemia? ¿Quiénes son los responsables de ella? ¿Qué nos viene a enseñar? ¿Por qué en este momento?
Pienso que siempre tendrá más utilidad intentar armar las respuestas a las preguntas desde el lugar propio y no desde la generalidad de una “receta”, por más exquisita que se nos presente. Con los recursos propios porque serán siempre ellos quienes nos acompañen todo el viaje, por lo tanto, que el objetivo no deje nunca de ser el “a medida”. En lugar de comprar un traje talle único, confeccionar uno a la medida de cada interesado.
Quizás la principal consecuencia de la pandemia en la que nos vemos insertos tenga que ver con el “aislamiento social preventivo obligatorio”. Como primer gran efecto de ella, señalaría la enorme incertidumbre que conlleva. La incertidumbre en general viene acompañada de angustia y de ansiedad; incluso miedos y enojos aparecen con facilidad.
Clases de entrenamientos físicos, tutoriales de todo tipo y una cantidad de opiniones acerca de cómo aprovechar el tiempo; acerca de cómo exprimirlo de la mejor manera posible, ¡cuanto más jugoso el resultado más productivo será! Pero, ¿productivo para quién? ¿Quién decide lo que es o no es productivo para cada uno de nosotros? Podemos quedar alienados persiguiendo ideales que nunca alcanzamos.
En este contexto es importante permutar el consumo asiduo de malas noticias y malas costumbres por hábitos que nos ayuden a conectar mejor con nosotros mismos, a registrarnos de modo consciente como puede ser el establecer rutinas y sostenerlas; para que los límites que son imprescindibles para el funcionamiento humano no decaigan. Asimismo, el cine, la lectura, la meditación, la práctica de yoga, nos brindan otra oportunidad. Por supuesto, que dependerá de los gustos y posibilidades de cada uno ya que no todos tenemos los mismos talentos, los mismos deseos, ni las mismas posibilidades. En algún punto esto que parece una obviedad, deja de serlo, y nos olvidamos de nosotros, de nuestra singularidad. Haremos lo que podamos, más aún en el contexto del encierro de la cuarentena.
El tiempo puede volverse una oportunidad. Para muchos el escenario venía armado como una plataforma sobre la que se realizaba la carrera diaria. Carrera productiva: laboral, profesional, de proyectos personales, etcétera. Casi de repente, algo imprevisto sucede, nos inoportuna, y la plataforma diaria se desarma. Nos trastoca el orden habitual de conectarnos con nuestro tiempo. ¿Y ahora, qué? Como toda situación extrema, no sólo nos genera amenaza sino la oportunidad de activar algo bueno en nosotros. En lugar de lamentarnos, plantearnos un desafío. El hecho de poder descubrirnos en lugares donde antes no llegábamos, re significando vínculos, por ejemplo. Es decir, parejas, hijos, familias, más allá de las inevitables explosiones -que todo explote también puede ser una chance-, construir modos diferentes a los anteriores. Versiones mejoradas de nosotros mismos al atravesar procesos complicados y complejos (le llaman Resiliencia). ¿Por qué no poder finalizar mejor que como empezamos?
EL DUELO EN TIEMPOS DE PANDEMIA
En lo personal, y por las prácticas en las que me encuentro convocada, el Psicoanálisis y los Cuidados Paliativos, lo que en gran medida me preocupa es particularmente la posibilidad de realización de los duelos que resulten necesarios transitar como uno de los saldos que nos dejará la pandemia. La idea es que el centro de la atención no esté colocado en el virus, sino en el enfermo infectado por el virus, con el objetivo de no caer en la deshumanización.
Consumado el fallecimiento, lo único que habrá concluido es propiamente esa vida en singular, la del señor o la señora... Pero también habitará la escena el dolor de los deudos, su sufrimiento y en algunos casos situaciones de desamparo. El contexto actual puede dificultar este proceso insoslayable, psíquicamente imprescindible y emocionalmente saludable, llamado duelo. ¿Nos quedamos sin tiempo hasta para duelar a un ser querido?
Las disposiciones legales vigentes tampoco colaboran lamentablemente en este sentido, dado que los velorios y sepelios se encuentran prácticamente suspendidos o reducidos a un acto donde la cantidad máxima permitida de deudos presentes es mínima.
Si bien todo trabajo de elaboración psíquica está ligado al orden biográfico, es decir, a la singularidad de cada historia y a los recursos con los que cada uno cuenta para la elaboración de un duelo; el poder contar también con el aporte médico desde un posicionamiento ético desde los cuidados paliativos colabora con una lectura constructiva del proceso para la familia y demás vínculos. Es decir, recibir información sobre el cuidado del enfermo durante la enfermedad y sobre los últimos días con el sufrimiento controlado. Debemos intentar generar las condiciones -posibles- para llevar a cabo una despedida lo más adecuada en cada caso en particular.
De todos modos, hoy, la principal dificultad se nos presenta por la extrema contagiosidad. Sucede entonces que el aislamiento no sólo se presenta en la vida cotidiana de los “sanos”. También los enfermos hospitalizados sienten angustia por la soledad al no poder compartir su internación. ¿Cómo se puede acompañar al ser querido si no es estando, de cuerpo presente? Se buscan formas alternativas para que la familia pueda estar, participar y acompañar de algún modo, ya que el tacto y la cercanía son sustituidos por guantes y barbijos. Por ejemplo, en algunas instituciones locales y extranjeras lo realizan a través del uso de la tecnología: como tabletas o celulares con video llamadas para permitir que puedan estar comunicados. No podrán abrazarse, besarse, ni tomarse de la mano, pero si podrán mirarse y hablarse a través de una pantalla. La idea es hacer uso de los recursos posibles a fin de facilitar el trabajo de duelo.
NUNCA ES TARDE PARA SER JOVEN
Quizás si aprendiéramos de las infancias donde el tiempo no corre. Más vale se congela al instante presente, como si la vida quedara detenida en el aquí y ahora. Y efectivamente hay verdad en eso, ya que no contamos más que con lo que estamos viviendo. Una parte ya pasó (dejó de ser), la otra es promesa… ¿quién sabe?
Inevitablemente tendremos que hacerle lugar a lo venidero, algunos podrán hacerlo renegando menos que otros. No podemos controlar todo, pero sí podemos realizar una elección de la manera de relacionarnos con aquello que no controlamos del todo.
Pienso que se puede transformar el tiempo en oportunidad. No se trata de un tiempo cronológico, contabilizable, ni socialmente productivo. Es un tiempo abierto como pausa dentro del transcurso del tiempo lineal. Tiempo ligado al intento de desacelerar y al abandono de la obsesión por la pura cantidad y la tiranía de la urgencia. Simplemente, porque la demanda –sea cual fuere- siempre es infinita y nos lleva a una compulsión por la producción ineficaz y agotadora en el marco de una sociedad que jerarquiza la productividad.
¿Quién se anima a transformar este parate generalizado no electivo en una posibilidad para sí mismo? ¿Quién se anima a jugar otro juego?
Confieso, me desató una sonrisa optimista leer el siguiente titular: “La cuarentena disparó la venta de preservativos y chocolates”. Según informaron los kiosqueros se duplicó la venta de profilácticos y tabletas de cacao…