Neurociencias Miércoles 27 de Diciembre

Tiempo de reflexión, tiempo de balance

Raúl Leani. Psiconeurólogo-Psicoterapeuta. Estudios y consultorios Alvear.

Cada uno construye su destino día a día. Las distintas etapas de la vida nos plantean nuevos desafíos.

Estamos finalizando diciembre. Desde el comienzo de este mes festivo, avanzamos día a día hacia las fiestas de fin de año, las vidrieras se fueron llenando de luces y colores, la gente se apresuró a comprar regalos para sus seres queridos. Si algún problema existe, queda transitoriamente a un costado. Sin embargo, el tiempo de reflexión y balance personal está en el interior de cada uno de nosotros: “otro año más, y van…”.

Venimos al mundo con un cúmulo de potencialidades que pueden ser estimuladas o anuladas. Cada uno de nosotros se enfrenta a situaciones, recursos y falencias personales, y es nuestra responsabilidad hacer de ellas un uso adecuado para nutrir nuestra vida. Esas son las cartas que nos tocaron y debemos usarlas criteriosamente. Cada uno de nosotros construye su destino día a día; situaciones externas e internas nos ponen a prueba cotidianamente: Con el paso de los años, cambia el entorno, cambia nuestro cuerpo, cambia nuestro modo de pensar la vida. Las sucesivas etapas de la vida nos plantean distintos desafíos que exigen coraje y flexibilidad. ¿Qué longitud tiene la cuerda del reloj de nuestra vida? ¿Qué determina la duración de nuestra cuerda? La respuesta es: las preocupaciones que nos moldean y cómo las resolvemos.

El sistema de nuestro reloj, comienza a andar mal cuando llega la edad de la responsabilidad. Sobre todo después de los 40 años, la mayoría nos topamos con situaciones impensadas y a veces riesgosas: enfermedades, pérdidas de diverso tipo, reveces financieros, divorcio, soledad, sueños incumplidos, jubilación o limitaciones físicas impensadas. Quizá las personas que más amamos sean ingratas y olvidadizas con nosotros, tal vez nos afecte el deterioro físico, quizá nos abrume la muerte de seres queridos. Todas estas situaciones significan cambios en nuestra existencia. Hay personas que no saben cómo nadar en determinadas situaciones adversas y se ahogan, se dejan atrapar por la rabia crónica, por el malhumor, por dolencias que podrían fácilmente evitarse si no se aislaran. Su vida diaria está alimentada por la desesperanza, la apatía, las lamentaciones o la mezquindad.

Alvin Toffler, lo dijo en una síntesis que me impresiona: “El hombre tiene una capacidad biológica limitada para el cambio. Cuando sobrepasa esta capacidad, la misma entrará en choque con el futuro”

Natalia consultó porque no sabía cómo manejarse con su madre, quien vivía de manera negativa su estado de viudez y sus años 70 años. “Me vine abajo al convivir con mi madre”, me dijo. “Es una persona tan negativa”. “Si le preguntaba cómo había dormido, me respondía: Pésimo”. “Si le preguntaba qué tal se sentía, respondía: Un espanto”. “Me dí cuenta que conviviendo con ella comencé a tener bruxismo, vivía con las mandíbulas apretadas, ansiosa“. En el transcurso de la primera entrevista, percibí que Natalia era una persona que sabía cómo enfrentar las dificultades, pero esta vez, sin embargo, se sentía abrumada. Asistía al penoso proceso en el que su madre se había convertido en una carga emocional para ella. Además, deseaba vivir sola. Esto le generaba culpas. Sin embargo, después de un tiempo de reflexión terapéutica, decidió irse a vivir por su cuenta manteniendo el contacto con su madre. 

Tenemos que aprender a asociarnos con el tiempo, ponerlo de nuestro lado y sacar partido de la energía del río de la vida.

Otras personas, como Natalia, siempre encuentran cosas valiosas en la vida, alegrías que perduran en los archivos de su memoria episódica, pese a sus dificultades, han logrado establecer contacto con ese núcleo interior flexible que incrementa su energía y su vigor, su buen humor y su sabiduría. Los que se conectan con ese núcleo, al que Donald Winnicott llamada Self Verdadero, pueden afrontar las azarosas turbulencias de la vida, están mejor preparados. Su confianza en sí mismos y en el sentido de su existencia se fortalece paulatinamente hasta tornarse una base segura. 

Tenemos que aprender a asociarnos con el tiempo, ponerlo de nuestro lado y sacar partido de la energía del río de la vida. Si lo logramos, sentiremos que somos fortalecidos, guiados y bendecidos más allá de lo que podamos imaginar. Los cambios nos darán nuevas ideas y motivaciones. La vida es una donante generosa si estamos abiertos a la flexibilidad. Victor Frankl decía: “Uno siempre puede elegir; puedo vivir en un infierno, o puedo vivir con la mayor dignidad posible”. 

¿Cuál es la edad media de nuetra vida?

Sobre las opciones de la llamada mediana edad, algunos dicen que se extiende entre los 40 y los 60 años de edad. Otros tienen diferentes parámetros. Yo, prefiero pensar, que la edad media de la vida sobreviene cuando yo quiero que sobrevenga. ¿Qué quiero decir con ésto? Que por ese lapso vital de la vida, nos suceden ciertas comprensiones, aceptaciones y transformaciones. A algunos se le presentan a los 30 y pico, otros a los 40, y algunos son “iniciados” a los 50 o 60. Cuando tenía 50 años, le comenté a uno de mis hijos, que una investigación en el campo de la neurociencia, proponía que si uno consideraba que la edad medía de la vida era a los 40 años, se activaba en nuestro cerebro un reloj biológico que finalizaba a los 80. Mi hijo me respondió: “Viviré hasta después del 2050”. 

El impacto emocional que me produjo pensar en la vejez de mi hijo, me conmovió hasta los cimientos, me produjo un impacto profundo, y en ese momento fue cuando realmente me permití aceptar y tomar real y definitiva conciencia de saber que era mortal, y que me vida en la tierra algún día llegaría a su fin. Eso me facilitó abrirme a nuevas responsabilidades y perspectivas que estaban esperando en mí para salir a la luz. Al mirar y proyectar nuestro futuro, sería aconsejable preguntarnos:

  • ¿Qué sucederá si continúo viviendo como hasta ahora?

  • ¿Qué es lo que quiero realmente para mí?

  • ¿Estoy dispuesto/a aceptar la responsabilidad de lo que he elegido?

  • ¿Qué es lo que quiero y necesito hacer?

  • ¿Qué es lo que me llena de energía?

  • ¿Qué debo apartar de mi vida para dar lugar a lo que realmente quiero?

  • ¿Cuáles son los valores más altos e irrenunciables para mí?

Las resistencias al cambio que nos impone la segunda mitad de la vida pueden ser muy fuertes y tener hondas raíces en nuestros patrones de conducta familiares. Esta ruptura con pautas familiares crea sentimientos de culpa que debemos estar dispuestos a superar. Tenemos que vivenciar esos sentimientos y darnos el tiempo y la oportunidad de encontrar un espacio de reflexión para ponernos en contacto con nuestro Self Verdadero y evaluar las decisiones presentes y futuras para tener claridad, fuerza y verdad.

Las recompensas del autoconocimiento a través de una psicoterapia son enormes. La psicoterapia EMDR saca al consultante del estado de impotencia que le impide pensarse desde donde nunca se pensó y entonces, se abrirá a nuevas y frescas ideas. Será más libre para elegir la ruta que lleve a un futuro mejor. Para finalizar; un fragmento de un poema de Henry Van Dyke: “Déjame tan sólo vivir de año en año; con el rostro animado y el alma decidida; sin apresurarme ni separarme de mi meta, sin llorar por las cosas que desaparecen, ni temor por lo que encierre el futuro. Ya suba o baje la colina, mi corazón mantendrá el valor de la pelea y confiaré en que la última vuelta del camino sea la mejor”. 

 


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