La importancia de conocer nuestras emociones
Carla D´Alonzo - Licenciada en Psicología
En momentos críticos es necesario asimilar nuestros sentimientos para tomar decisiones acertadas
Cuántas veces nos hemos encontrado en medio de situaciones difíciles de resolver y de repente escuchamos esas frases que nos resultan familiares como, por ejemplo: “Tenés que relajarte”, “No podés actuar siempre así”. Una y otra vez ante situaciones límites escuchamos estas advertencias y en ese momento crucial nos resulta imposible poner en prácticas tales sugerencias.
Entonces, ¿de qué manera puedo tomar la decisión acertada para afrontar el problema? En esta nota esperamos brindarte algunas soluciones. En principio es importante destacar que cada uno de nosotros tenemos modos particulares de reaccionar frente a una situación problemática:
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Podemos tomar el camino de hacernos los distraídos
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Evadir el problema que nos aqueja y, creer que las cosas se solucionarán con el tiempo.
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No aceptar que en el futuro el problema será mayor.
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Podemos ponernos nerviosos.
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Notar un aumento de intensidad en nuestras actividades diarias.
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Experimentar taquicardia, dolor físico, agotamiento.
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Vivenciar una confusión en nuestras emociones, entre otros síntomas
Ahora bien, si nos sentimos confundidos con nuestras emociones estamos ante un gran problema y este es el punto central.
Para eso, en primer lugar, tenemos que admitir que las emociones comunican e influyen a los otros y este no es un dato menor. Nos comunicamos con palabras y también con gestos y depende las circunstancias podemos hacerlo de manera confusa, y en vez de solucionar el conflicto terminamos complicando las situaciones y los vínculos.
Si entendemos que la emoción “es una disposición para la acción” entenderemos que nuestra acción puede llevarnos a alcanzar un resultado y es fundamental tener en cuenta que dicho resultado puede ser no deseado por nosotros y así generar efectos negativos en nuestra conducta como por ejemplo, no regular determinadas emociones fundamentales para la interacción y la convivencia con los demás.
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos experimentados la importancia de conservar lazos amables y de bienestar con las personas que nos rodean. Por tal motivo creemos plenamente en la necesidad de distinguir nuestras emociones.
Lo primero a tener en cuenta cuando estamos en una situación dolorosa o problemática, es distinguir si las emociones son originadas por los pensamientos o se basan en hechos. No olvidemos que para resolver un conflicto es necesario conocer con claridad los hechos.
Recordar siempre estos pasos:
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Primero describir el suceso que provocó tu emoción, por ejemplo: ¿Quién hizo qué cosa a quién? ¿Qué provocó tal cosa?
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Luego, preguntarse: ¿Cuáles son mis pensamientos sobre los hechos?
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A continuación, formularse: ¿Cuál es la situación que me amenaza? ¿Por qué me estoy preocupando?
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Por último: ¿Cuál sería el mayor daño, la peor consecuencia si lo que estoy esperando ocurre en realidad?
Este proceso de reconocimiento de los hechos en momentos de malestar, seguramente nos dará un panorama de mayor claridad sobre los que estamos sintiendo.