Psiquiatría Martes 27 de Octubre

EL PODER REAL DE LA IMAGINACIÓN

Luis Sonnet - Médico Psquiatra

El inconsciente es la fuerza rectora de la vida humana, y un mayor conocimiento de éste equivale a dominarlo para usarlo a nuestro favor

Estamos habituados a considerar “real” a todo aquello que podemos percibir con los sentidos, especialmente lo que se puede ver y tocar. El mundo material es conceptuado como real, mientras que el mundo mental de los pensamientos y los sentimientos, al ser absolutamente personal y únicamente percibido por uno mismo, queda fuera de esta categoría. En verdad, deberíamos hablar de distintas realidades, una material y otra mental, ya que nuestro mundo interior es tanto o más real que el exterior.

El carácter real de algo no está determinado tanto por su visibilidad y solidez, sino por su capacidad de afectar y producir modificaciones en su entorno. La física define a la energía como la capacidad de realizar trabajo, es decir, de ejercer efectos o cambios. Podemos afirmar que cuanta más energía tiene una cosa, más real es, ya que puede afectar con más facilidad a otras menos energéticas. Desde el punto de vista mental, nuestra mente inconciente es la que contiene más energía, en relación a la conciente. De manera que aquello que no percibimos en nosotros mismos determina lo que percibimos y hacemos. Nuestra vida está regida por fuerzas inconcientes que son más “reales” en cuanto a sus efectos, que cualquier fuerza externa. El cuerpo y la conducta siguen a la mente, sobre todo a la mente subconciente (el cuerpo es el medio que el subconciente utiliza para expresarse, y podemos considerar a nuestro organismo como una extensión material del subconciente).

Desde este centro oculto y poderoso de nuestro ser, se irradia hacia afuera una influencia que modela no sólo nuestro accionar sino el de toda la sociedad. Desde la perspectiva de la capacidad de controlar y dirigir otros sistemas, el subconciente es, sin lugar a dudas, el componente más “real”, pese a ser el menos evidente: éste dirige nuestras vidas desde las sombras. Nuestros esfuerzos concientes son ilusorios en relación a la “solidez” de lo inconciente (a menudo parece que las creencias e ideas subconcientes están talladas en piedra, dando como resultado hábitos y conductas que parecen imposibles de cambiar). Aunque tengamos la ilusión de la libre voluntad, lo cierto es que vivimos y percibimos dentro de la esfera de nuestro psiquismo. El mundo pasa siempre a través del filtro de nuestra mente.

Nuestras reacciones son siempre determinadas por las ideas preconcebidas que hemos construido a partir del pasado (sobre todo en los seis primeros años de vida, etapa en que el niño absorbe la información con enorme facilidad gracias a una actividad cerebral especial que lo predispone al super-aprendizaje). Para nosotros lo afectivo es lo efectivo. De manera que, ¿hay algo más real para nosotros que los pensamientos y los sentimientos? ¿Hay fuerzas más poderosas y persistentes para los seres humanos y que condicionen su destino? ¿Hay algo más real que las estructuras de pensamiento que se transmiten de década en década y de generación en generación?

Aunque creamos que hemos fracasado en alguna o en varias áreas de nuestra vida, siempre somos exitosos obteniendo lo que deseamos inconcientemente.

  Y así como los pensamientos y creencias subconcientes de naturaleza negativa influyen en nuestras vidas, también los pensamientos y creencias positivas pueden beneficiarnos. Pero no alcanza con pensar “en positivo”, porque podemos tener las mejores intenciones y deseos a nivel conciente y, sin embargo, lo que determina aquello que conseguimos y padecemos es el nivel subconciente de mayor energía (y por tanto, más real). Esto significa que, aunque creamos que hemos fracasado en alguna o en varias áreas de nuestra vida, siempre somos exitosos obteniendo lo que deseamos inconcientemente.

La clave es hacer coincidir en la misma dirección y sentido las fuerzas concientes e inconcientes (lo que queremos y lo que “realmente” queremos). Para lograr paz, amor, dinero o cualquier cosa que consideramos que necesitamos, primero debemos borrar la programación anticuada que nos arruina el presente intentando protegernos de un pasado que ya no existe. El inconciente es la fuerza rectora de la vida humana, y un mayor conocimiento de éste equivale a dominarlo para usarlo a nuestro favor y volvernos más dueños de nosotros mismos y de nuestro destino. 


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