La magia de la auto observación
Vernos a nosotros mismos para lograr la transformación
Uno de los dichos más sabios dice: “Si está en un pozo, deje de cavar”. Si usted está sufriendo es porque está haciendo algo internamente que perpetúa el sufrimiento. Debe tener el hábito semiconciente de pensar y repensar ciertas cosas que lo llevan a realizar ciertas acciones, que a su vez tienen consecuencias negativas. La costumbre de “maquinar” sin parar algunos temas es una compulsión, un impulso irresistible. Y las compulsiones se alimentan de la inconciencia, de la falta de atención. Entonces, primero debe darse cuenta de que está cavando. Luego debe soltar la pala. Seguramente, un momento después, de modo automático e inconciente habrá tomado la pala nuevamente y estará cavando. No se desanime. Una vez que se ha dado cuenta que retomó el hábito, suéltelo. Una y otra vez. Fallará mil veces, pero poco a poco la conducta inconciente se irá debilitando y un buen día (un grandioso día) estará libre de ella.
Si usted está sufriendo, ¡deje de hacer lo que lo hace sufrir! Si usted está angustiado, observe qué está haciendo en su mente para generar este sufrimiento. Tal vez usted crea que los pensamientos angustiantes lo acosan y lo persiguen. No es así. En realidad es usted quien de modo inconciente los genera y los alimenta. Si tiene la suficiente conciencia podrá percatarse de que es usted quien se aferra a los pensamientos negativos y no al revés. Si le pasó en su vida tal o cual cosa, podrá observar que una parte suya, la parte adicta al sufrimiento, que obtiene energía del sufrimiento, vuelve una y otra vez a ese pasado doloroso para abrevar de esa fuente. Sentir dolor por el pasado no ayuda ni le sirve a nadie: ni a nosotros ni a nuestros seres queridos. Es simplemente un mecanismo interno que se autoperpetúa por la constante repetición. Esto no significa negar el pasado, sino no utilizarlo para crearnos un sufrimiento innecesario.
Si tiene la suficiente conciencia podrá percatarse de que es usted quien se aferra a los pensamientos negativos y no al revés
El problema es que soltar los pensamientos negativos es muy doloroso. Cuando surja en su mente un pensamiento negativo, intente ignorarlo: inmediatamente sentirá una punzada de dolor emocional asociada con otro pensamiento que dirá algo como: “Esto no lo puedo dejar así, tengo que hacer algo”. “Hacer algo” es pensar y repensar sobre el pensamiento negativo. El resultado es que el circuito de pensamiento-dolor se refuerza. Más lo hacemos, más se fortalece. Cambiar estos hábitos es tan difícil como curar cualquier adicción, y más aún porque en este caso somos adictos a sustancias mentales muy sutiles. La clave es aprender a tolerar el dolor pasajero que genera la abstinencia de pensamientos (por fortuna, para auxiliarnos en el manejo del dolor existen técnicas psicosomáticas muy útiles). Y como en cualquier adicción, primero tenemos que reconocer que tenemos un problema, que nosotros somos el problema.
La magia de la auto-observación radica en que la sola atención es capaz de disolver los problemas, porque dichos “problemas” viven en la inconciencia. A la luz de la atención todos los pensamientos oscuros se disuelven en las aguas claras de nuestra mente. De ahí el valor trascendente del aforismo griego “Conócete a ti mismo”. Podríamos también decir “Obsérvate a ti mismo”. Cuando logramos vernos a nosotros mismos, qué pensamos, qué sentimos, cómo actuamos, este darse cuenta es de por sí transformador.