¿Qué debemos saber sobre la hipertensión de difícil manejo?
Entrevista con Diego Nannini y Gustavo Staffieri, cardiólogos. Unidad de Hipertensión de Grupo Oroño
Grupo Oroño cuenta con una Unidad dedicada al diagnóstico de la Hipertensión de difícil manejo, combinando la experiencia de un equipo de especialistas con la utilización de nuevas herramientas tecnológicas.
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-¿Cómo podrían definir la presión arterial de difícil manejo?
La hipertensión arterial se da cuando, en el adulto, se registran cifras mayores a 140/90 en consultorio o a 135/85 en los controles domiciliarios o ambulatorios. Cuando la presión no se controla fácilmente con medicación habitual, podríamos hablar de una dificultad en el manejo del tratamiento de la hipertensión arterial.
-¿Qué tipo de pacientes son los más afectados?
La mayor incidencia de esta dificultad se da en las personas mayores de edad, en las personas obesas y en los pacientes diabéticos. Además, en los casos de pacientes que llevan mucho tiempo con hipertensión arterial o en aquellos en que ha comenzado a disminuir la función renal. Otros factores a mencionar en la hipertensión de difícil manejo, son el uso de antiinflamatorios, el consumo excesivo de sal o de alcohol o no tomar bien los medicamentos.
En los últimos años aparece un actor nuevo, que es la presencia de rigidez arterial. Ésta se mide a través de una práctica simple llamada Velocidad de onda de Pulso. Cuando está en valores elevados, tenemos un marcador claro de dificultad y disponemos de medidas específicas para disminuirla.
-¿Cuáles son las principales dificultades para su control?
La principal dificultad para el control de la presión es la llamada inercia terapéutica, situación clínica en la que – a pesar de mantener cifras elevadas mucho tiempo – no se adapta o intensifica el esquema de tratamiento.
-¿Cuáles son las herramientas de las cuales dispone la Unidad?
En la Unidad de Hipertensión de Grupo Oroño disponemos de dos técnicas innovadoras que son la cardiografía por impedancia y la velocidad de onda de pulso.
La cardiografía por impedancia es una técnica simple y no invasiva que usa la electricidad a mínima intensidad para evaluar las condiciones de trabajo del corazón y asignar al paciente un mecanismo de su hipertensión, a fin de poder adaptar el tratamiento.
La velocidad de onda de pulso evalúa un mecanismo muy frecuente de la hipertensión que es la rigidez de las grandes arterias y nos da un parámetro de mucho valor pronóstico.
Además, desarrollamos estrategias para descartar causas secundarias de hipertensión de difícil control, como las alteraciones renales, la apnea del sueño y alteraciones hormonales específicas.
También disponemos de software especial para medir la carga de ateromas (placas de colesterol en las paredes de las arterias) en las carótidas y femorales, ofreciéndose al médico una información invaluable para las decisiones del manejo del paciente y para conocer mejor su pronóstico.
Por último, los dispositivos permiten medir la presión dentro de la aorta, de manera incruenta y externa, brindando información de extrema utilidad en el hipertenso juvenil.
-¿Qué es lo que aportan estas herramientas para el abordaje de la hipertensión?
Sobre todo claridad para el mejor manejo global del paciente. La información de las nuevas metodologías nos hablan del cómo una persona está hipertensa y de su pronóstico.
-¿Cómo es el trabajo con el médico clínico o el cardiólogo?
El trabajo es en equipo. Cuando vemos pacientes derivados por otros médicos enviamos un informe exhaustivo con sugerencias terapéuticas e ideas para el seguimiento.